29 de julio de 2008

Acción de los Cadetes el 2 de agosto de 1954



Monumento a los cadetes del 2 de agosto de 1954 en la Escuela Politécnica


En 1954 era Presidente de Guatemala el Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, llamado “el soldado del pueblo” y quien había desempeñado un importante papel en la revolución de octubre de 1944. Era el segundo gobierno de la revolución.

Se vivía la época de la “guerra fría” que enfrentaba a las dos potencias mundiales de ese entonces: Rusia que intentaba exportar su sistema totalitario (comunismo) hacia el mundo y Estados Unidos de América que trataba de impedirlo.

La lucha era global. Los Estados Unidos urgían a los gobiernos americanos a no permitir en su política cualquier influencia marxista-leninista y Rusia trataba por diferentes medios de infiltrar dichas políticas. Rusia buscaba debilitar o dominar intereses estadounidenses y ellos los defendían a cualquier costo.

Las intervenciones de ambas potencias en los países eran de diverso orden, desde clandestinas operaciones, ayuda de diferente tipo para la lucha, soborno a políticos, imposiciones políticas y hasta descaradas invasiones en abierta violación a la soberanía de los países, que por lo regular estaban en vías de desarrollo y dependían de una u otra forma de las medidas que “recomendaban” cualquiera de las dos potencias.

El Presidente Arbenz Guzmán buscaba el bienestar de la población. Pero varias de sus opciones políticas parecían estar sustentadas en ideas de teóricos del marxismo-leninismo y afectaban intereses estadounidenses en Guatemala. Los Estados Unidos declararon abiertamente que Guatemala estaba bajo la amenaza comunista y que el gobierno de Arbenz facilitaba el camino hacia un régimen totalitario. Tanto Rusia como Estados Unidos, realizaron verdaderas campañas psicológicas donde hacía parecer que su respectiva ideología era la mejor para el bienestar común.

De esta forma, los Estados Unidos de América, promovieron una invasión desde Honduras para derrocar al Gobierno de Arbenz, encargando tal misión a un Coronel que había sido dado de baja del Ejército por indisciplina tiempo antes, llamado Carlos Castillo Armas.

Pero esta reseña histórica no pretende defender una u otra ideología; no pretende concluir si el gobierno del Presidente Arbenz seguía una política con orientación comunista; ni pretende condenar o justificar la intervención estadounidense.

En cambio, esta reseña histórica, pretende exaltar cómo la situación fue considerada por un grupo de cadetes de la Escuela Politécnica quienes por esa época se formaban para ser oficiales del Ejército de Guatemala; jóvenes militares que en su mente tenían claramente inculcados los conceptos de honor, lealtad, dignidad militar y soberanía; por tanto no comprendieron las razones políticas de un gobierno preocupado por las más pobres, de una potencia preocupada por preservar sus empresas comerciales en Guatemala y la más difícil de entender: el motivo por qué un militar – aunque de baja – se revelaba contra su propia patria traicionando los valores que ellos abrazaban en sus mentes y en sus corazones; y peor aún, ver un ejército que no hacía nada en medio de toda esta crisis política.

El 17 de junio de 1954, volantes lanzados desde un avión no identificado invitaban al pueblo de Guatemala a rebelarse contra el Gobierno del Presidente Arbenz. Al día siguiente, el 18 de junio, se supo de de una invasión por Chiquimula y Zacapa. En la Escuela Politécnica, los cadetes más antiguos dirigieron al Director y al Comandante de la Compañía, Coronel Ernesto Paiz Novales y mayor Rogelio Rosales, una solicitud que dejaría impresa en la historia el primer gesto heroico de la Compañía de caballeros cadetes del año 1954:

…”solicitamos del alto mando autorización para que seamos enviados al frente a combatir la invasión”…

El presidente Arbenz quien conociera la solicitud, satisfecho y orgulloso solamente comentaría que no era necesario el sacrificio de los jóvenes cadetes. El ejército sabría responder con honor a su compromiso.

Sin embargo crecía la tensión en las filas de los cadetes pues las noticias aseguraban que el ejército mantenía su cohesión y que la fuerza invasora (llamada “la liberación”) era rechazada. La noche del domingo 27 de junio de 1954 con desconcierto los cadetes se enteraron que el presidente Arbenz cedía ante la invasión y renunciaba. En el video que sigue del discurso que el Presidente Arbenz pronunció al momento de renunciar a la presidencia de Guatemala.

El video a continuación es una interesante documental sobre este tema. Nótese el contenido principalmente a partir de los dos minutos y 13 segundos de duración

Colocación de ofrenda floral, al fondo algunos de los cadetes que participaron en la acción del 2 de agosto de 1954 (foto del año 2005).

Lejos estaban los cadetes de comprender las circunstancias políticas de la crisis, tan solo se preguntaban por qué y cómo había sido esto posible. Si no hubo derrota ¿Qué había sucedido? ¿Por qué de pronto se derrumbara todo y el que era señalado como mercenario, traidor e invasor se alzaba con la victoria?

Hacia julio de 1954 era anunciado el nombramiento de un nuevo director: el Mayor Jorge Medina Corado. Los cadetes identificaban al Mayor Medina como uno de los jefes del ejército que se alió al invasor, según ellos, en clara violación profesional y constitucional. La situación en lugar de tranquilizarse se tornaba cada vez más tensa. Durante los descansos se dieron riñas entre cadetes y miembros de “la liberación”.

Un ex cadete que había causado baja por no adaptarse al régimen disciplinario y exigencia física, ahora era teniente en el ejército de liberación. El incidente en un prostíbulo donde los liberacionistas humillaron a un grupo de cadetes fue otro hecho que generó más resentimiento contra los miembros de “la liberación”, pero no la causa final de la acción de los cadetes.

Se obligó a la compañía de cadetes a rendir honores en el aeropuerto al supuesto caudillo de los invasores (Castillo Armas). Esto causó indignación en la compañía que no podía ser demostrada por el respeto a la misma disciplina militar. Conforme los incidentes siguieron dándose fue removido también de su cargo el Mayor Rosales, Comandante de la Cía. De Cadetes.

Se anunció que el 1 de agosto se celebraría un desfile para agradecer a los “liberadores” quienes serían condecorados al igual que varios miembros del ejército nacional. Nuevamente la compañía era obligada a asistir a una ceremonia denigrante para la institución armada. Sufrieron la vergüenza que a su paso por las calles el pueblo les gritaba “huecos” (modismo guatemalteco que significa: falta de valor).

Los cadetes se preguntaban: si los “liberacionistas” supuestamente habían vencido ¿Por qué se condecoraba a oficiales supuestamente vencidos? ¿Qué harían los oficiales del ejército nacional para ser merecedores de una condecoración por quienes los habían derrotado sin combatir?

La rabia y la frustración de los que asistieron a la comisión fueron contagiadas al resto de cadetes al retornar a la Escuela Politécnica (en la avenida de la Reforma) ante la impotencia de lavar la afrenta. “Lejos estaban de saber que un grupo de sus compañeros consumidos por la misma ansiedad e impotencia, habían mascullado en silencio desde hacía días una respuesta que limpiara el honor del ejército humillado y la dignidad de la patria atropellada y mancillada por la invasión”.

Desde finales de julio de 1954, un grupo de seis cadetes de la promoción 52 (cuarto año) se habían reunido en las aulas para analizar la situación. Eran el Sargento segundo René Santizo Corado, Cabo Francisco Barzanallana, Cabo Oscar Morales, Cadete Carlos Anderson Lima, Cadete Herbert Frener y Cadete Ricardo Cobar. Decidieron que atacarían las casas en que habitaban los miembros de la junta militar que sucedió a Arbenz. Necesitarían a 30 cadetes como mínimo; si tenían éxito regresarían a la Escuela Politécnica, si fallaban se irían a las montañas y luego al exilio. Había que buscar voluntarios de una manera discreta pero encontraron que casi toda la compañía compartía sus sentimientos.

El sorpresivo desfile del 1 de agosto precipitaba los hechos, más la noticia de que el ejército de liberación pernoctaría en el hospital Roosevelt. Esto hizo que el grupo tomara una precipitada pero firme decisión: Ahora o nunca. A la 1:30 AM del 2 de agosto de 1954 El Sargento Santizo, Anderson y Barzanallana capturaron al Director y subdirector. Cerca de 30 cadetes se movieron rápidamente y pronto controlaron la instalación y los oficiales fueron conducidos a la sala de banderas. El resto de la compañía dormía. El Sargento segundo Jorge Luis Araneda, a quien le faltaban 29 días para graduarse como oficial, escuchó el bullicio y movimiento inusual por lo que llamó al Sargento Santizo y preguntó qué pasaba. Santizo contestó: Mi sargento, atacaremos a “la liberación”. Ustedes se graduarán en un mes y sabemos que serán asignados a la presidencia, por ello no queremos perjudicarlos, no sabemos cómo va a terminar todo esto. ¿Llevará la compañía la bandera? Preguntó Araneda – sí mi sargento – fue la respuesta. – Sargento Santizo, yo soy el abanderado, a donde va la compañía va la bandera y a donde va la bandera voy yo –.



Sargento Segundo de Cadetes Jorge Luis Araneda
Y así, heroicamente se incorporan el Sargento Araneda , el Cabo de Cadetes Luis Antonio Bosch Castro, Lizardo Mazariegos y Erwin Ortiz Castillo a quienes faltaban 29 días para graduarse de oficiales. Las luces se encendieron, a los pocos minutos toda la compañía estaba formada y equipada para campaña.

El Sargento de cadetes René Santizo Corado convertido en sargento encargado y comandante de la compañía dijo a los cadetes la madrugada del 2 de agosto de 1954: “Durante casi tres meses hemos sido testigos de actos y actitudes que hieren profundamente el espíritu militar de la compañía. Nuestra patria ha sido invadida y contra nuestras esperanzas e ilusiones de ver a nuestra institución armada responder a la agresión a nuestro suelo, solamente hemos sabido de celebraciones y entregas que humillan a todo el ejército. Nosotros no podemos quedar al margen al ver mancillado el honor de la patria y la dignidad de nuestra institución. Y si nuestros superiores solamente han dado muestra de cobardía y de traición, nosotros lavaremos con nuestra propia sangre la afrenta recibida”.

Los planes habían nombrado a Barzanallana como Comandante del primer pelotón, a Araneda como Comandante del segundo pelotón; a Mario Paiz del tercero. Al frente de la responsabilidad del fuego pesado de las ametralladoras .30 y .50 estaba el cabo Bosch, Erwin Ortiz y Pompilio Valdez. El Sargento Santizo además de comandante de la compañía accionaba una ametralladora .50”; sobre ellos recaía la responsabilidad de cubrir el perímetro del Hospital Roosevelt donde se encontraban los de “la liberación”.

Cuando el día comenzaba a mostrar tímidamente su rostro, un disparo de revolver 38 a cargo del Cadete Méndez Ruiz inició el fuego. El desigual combate había dado comienzo. Durante la acción murieron el Sargento Araneda, el Cabo Bosc y el cadete Carlos Enrique Hurtarte.

La información fluía y daba a los oficiales de la Base Militar de la Fuerza Aérea la dimensión de la urgencia de apoyo que los cadetes necesitaban, la relación era de 12 a 1 a favor de “la liberación” pero no se daban cuenta del todo por el intenso ataque politécnico; sin embargo la munición comenzaba a escasear. Estos oficiales y sus unidades sabían ya de la muerte del abanderado y de la caída del Cabo Bosch. Los niños del ejército estaban librando la batalla que ellos (el ejército) debieron librar. La vergüenza que aún otros cuerpos no querían aceptar, privó en los oficiales de la Base Militar de la Fuerza Aérea, que con sus comandantes al frente, decidieron comprometerse reforzando el ataque de los cadetes.

El alto mando había conocido del levantamiento casi a la misma hora que lo iniciaban, conocedores de la psicología del cadete, que responde a sus oficiales especialmente a aquellos que se identifican con él, designó al recién removido ex director y al ex comandante de la compañía para que negociaran con los cadetes y desistieran de su intención. El cadete Anderson indicó: “Mi coronel, la compañía está dispuesta a logar el objetivo de derrotar al invasor. Si esto no fuera posible la última bala estará reservada para nosotros mismos”.

Consultados respecto a los motivos indicaron: la ofensa de una invasión no repelida por el ejército. La afrenta de la existencia de dos ejércitos, uno de los cuales el nacional es el vencido. La humillación de ver a este rendido ante 150 soldados de fortuna.

Mientras una comisión de cadetes retornaba de casa presidencial de pactar con el coronel Castillo Armas, la compañía daba el asalto final a las 1700 horas del 2 de agosto de 1954, unidades del ejército nacional habían llegado desde temprano pero tenían órdenes de no intervenir a excepción de la base militar la Aurora, que decidieron comprometerse. Castillo Armas ordenó a “la liberación” que se rindiera ante la compañía de cadetes con quienes hizo un acuerdo. Luego los cadetes retornaron a la Escuela.

Castillo Armas violó los acuerdos pactados pues ordenó cerrar la Escuela en vísperas de su 81 aniversario. La compañía recibió órdenes de prepararse para un día de campo que en realidad terminó en cárceles de Antigua Guatemala y Chimaltenango. A los cadetes que consideraron menos peligrosos los dejaron en la Escuela. Ya unos días antes el mayor Mario Sánchez, alertaría a un grupo de cadetes de la intención de responsabilizarlos de los hechos, por consiguiente algunos desertaron y huyeron. Muchas personas incluyendo a Castillo Armas quisieron dar un tinte político al acto heroico de los cadetes, se dijo que el movimiento fue promovido con el interés del reinstalar el comunismo influyendo en algunos cadetes para que tomaran las armas. Pero el sentimiento de profunda lealtad, patriotismo y honor por el que actuaron los cadetes se ha presentado pocas veces en la historia de los ejército.



Sepelio de los cadetes fallecidos en la acción del 2 de agosto de 1954


Mimbros de "la liberación"
Fuente y fotografías:
Carlos Enrique Wer, En Guatemala los héroes tienen quince años, Marprin, 1993.
En el siguientes video, a partir de los 3 minutos y 30 segundos de duración, se encuentra una dramatización de la situación política en 1954.

12 de julio de 2008

Fuerzas Especiales de Guatemala, Kaibiles


Desde abril de 2008 la Brigada de Fuerzas Especiales “Kaibil” está ubicada en Puerto Barrios Izabal sobre el litoral Este, de la bahía de Amatique. La nueva ubicación tiene importantes ventajas estratégicas para cumplir misiones en cualquier parte de la República.


El terreno provee una vegetación agreste, envidiable para cualquier comandante que desea entrenar Fuerzas Especiales y llevarlas a un alto nivel de entrenamiento y destrezas en selva; arbustos dentro de la maleza, conocidos en los modismos guatemaltecos como: jimba, caña brava, la uña de gato, la cola de iguana, el escobo y la palma negra permiten a los Kaibiles efectuar pruebas de supervivencia y entrenamiento de combate al narcotráfico en zonas aisladas, custodiados por fauna de diversas especies incluyendo serpientes barba amarilla y zumbadoras que habitan en el litoral de la bahía de Amatique.

El Entrenamiento militar y acondicionamiento físico se desarrolla a un metro sobre el nivel del mar y en un clima que permite mantener el rendimiento al más alto nivel.

De allí el resultado en el evento “Fuerzas Comando 2008” realizado en junio, donde las Fuerzas Especiales guatemaltecas obtuvieron el primer lugar en “Dureza y eficiencia física”. El Evento se realizó en San Antonio Texas, Estados Unidos de América y participaron un total de dieciocho países. La municipalidad de Guatemala hizo un reconocimiento a estos kaibiles.

En Poptún, Petén, se desarrollan los programas de entrenamiento contra terrorista, contra narcotráfico y combate urbano; allí también permanece la Escuela “Kaibil” a donde acude cualquier oficial o soldado del ejército guatemalteco que aspira aprobar el curso y hacerse merecedor de portar la boina púrpura: la boina KAIBIL.