19 de septiembre de 2007

15 de septiembre en el Congo, Africa



La 2a. compañía de Fuerzas Especiales Kaibil, que cumple una misión internacional de paz en la República Democrática del Congo, celebró el 186 aniversario de la Independencia de Guatemala. La Bandera Nacional fue izada y arriada en solemnes actos y se realizaron diferentes actividades a donde se invitó a soldados de ejércitos amigos que cumplen misión similar en aquellas tierras.

Vea también:

Datos de Historia Militar de Guatemala, Parte IX 1986-1996

1986
Con la asistencia de gran cantidad de delegaciones de países amigos, organizaciones internacionales y personalidades asume la presidencia el 14 de enero el Lic. Marco Vinicio Cerezo Arévalo. El gobierno le es entregado simbólicamente en representación del ejército por el General Oscar Humberto Mejía Victores.

El General Mejía Víctores cuando se retiró fue ovacionado de pié por la concurrencia presente, mostrando así su reconocimiento al Ejército de Guatemala. Esta actitud contrasta con la de algunas personas de nuevas generaciones, que 21 años después, lejos de reconocer un esfuerzo de beneficio Nacional, se empeñan en promover acciones legales en contra del General Mejía Victores.

En mayo, los presidentes de Centro América se reúnen para revisar las opciones de desarrollo político y económico para la región. La cumbre se denomina “Esquipulas I”.

La URNG promueve por diferentes canales llevar a cabo conversaciones para la búsqueda de la Paz. El gobierno responde afirmativamente pero que deben primero deponer las armas. La respuesta no es aceptada por URNG.

Sin embargo el gobierno alienta para que diferentes sectores de la sociedad se reúnan con la URNG fuera del país.

1987El Presidente de la República y Comandante General del Ejército determina su Concepto Estratégico Militar: Mantener operaciones militares en toda la República, dentro del marco de una estrategia contrasubversiva integral para asegurar el libre ejercicio del poder del Gobierno y consolidar la democracia.

La URSS comienza a desintegrarse. El financiamiento a partidos comunistas cesa. La URNG busca y logra apoyo de países nórdicos, Francia e instituciones internacionales. pero ahora la vestidura debe ser pacifista y se toma el papel de luchadores por la paz. Se presentan como una organización de gran aceptación popular pero agredidos por el Estado. La estrategia es despojarse de la vestidura delincuencial para vestirse con el ropaje de dignos patriotas agredidos.

La nueva estrategia es más política que militar. Su nueva postura: El Estado es el único causante de la tragedia Nacional y la URNG es la víctima inocente agredida. La estrategia tuvo un éxito rotundo: gran apoyo económico y solidario a URNG y la satanización del Ejército de Guatemala. Por eso, 20 años después muchas personas, educadas con esta versión de la historia, señalan constantemente a una institución completamente reestructurada y transformada en su doctrina.

En agosto los presidentes del área centroamericana suscriben el documento denominado: Procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centro América (Esquipulas II).

En septiembre el gobierno conforma la Comisión Nacional de Reconciliación, presidida por Monseñor Rodolfo Quezada. La iglesia entra formalmente en la política.

En Madrid se reúnen el gobierno y la URNG dentro del marco del acuerdo de Esquipulas II. La URNG logra despojarse del nombre tradicional de “delincuencia subversiva” por el de “guerrilla”. (Para la diferencia de conceptos véase la Parte III).
En Noviembre, el Congreso de la República decreta una amnistía por delitos contra el orden político del Estado. Por este tiempo el mando del Ejército adopta como suya una “Tesis de Estabilidad Nacional” impuesta por EUA.

En resumen los ejércitos de Latinoamérica debían reducirse o suprimirse para emplear los recursos en el área social. Sería EUA quien proporcionaría la seguridad exterior de cada país. Varios oficiales guatemaltecos fueron enviados a EUA para especializarse en esta nueva estrategia norteamericana.

A su regreso, los oficiales asistentes principian a trabajar en el proyecto, encargándose el mando de acallar rápida y ejemplarmente cualquier tipo de interferencia o síntoma de rechazo. Algunos miembros del ejército por falta de comunicación e información consideran que el gobierno está siendo bastante permisivo.

1988
El 11 de mayo, unidades militares se alzan en armas contra el mando del Ejército. El gobierno califica esta acción como acto de indisciplina. Se efectúa una reorganización principalmente en el escalón de comandantes.

La URNG continúa sus operaciones. Asesinan campesinos y lo presentan en el interior y exterior como acciones del Ejército. Aunque se presentan las pruebas de descargo no son aceptadas.

Haciendo un paréntesis, desde este año (1988) estaba bastante avanzado ya el trabajo de descrédito contra el Ejército de Guatemala. Veintiún años después se encuentran dos ciudadanos compitiendo cívicamente por la presidencia de la república. Uno de ellos militar retirado. El país está a punto de comprobar, por medio del voto, si en realidad los guatemaltecos rechazan a todo lo que tiene que ver con lo militar, o si se trata tan sólo de un excelente trabajo de desinformación y descrédito dirigido a una institución cuyos integrantes buscaban cumplir con su deber. Fin del paréntesis.

1989
La URNG decide presionar por un diálogo directo sin desarmarse intensificando acciones como sabotajes a la infraestructura eléctrica, emboscadas, hostigamientos y propaganda armada.

El 9 de mayo se da un nuevo alzamiento militar y nuevamente es neutralizado. Es retirado de la institución un considerable número de oficiales.

Entrevista al Sr. Presidente Vinicio Cerezo publicada en El periódico el 11 de mayo de 2014:

El intento de Golpe y sus antecedentes

¿Cómo recuerda el 9 de mayo de 1989?
– Quizá no desaparezca, en mucho tiempo, el fantasma de una llamada de madrugada que anuncie un intento de Golpe de Estado en este país. En esa ocasión, el interlocutor era uno de los segundos jefes del Estado Mayor, porque los principales comandantes de cuarteles estaban en Estados Unidos, en un seminario sobre seguridad continental.  Me notificó lo que pasaba: habían secuestrado a la familia del Ministro de la Defensa, detenido al Jefe del Estado Mayor en su propia casa, y tomado la TGW. Me asusté, por supuesto. Pero de inmediato se puso en acción un plan previamente diseñado.  

¿En qué consistía ese plan?
– En contactar a los cuarteles, a la familia y al partido para convocarlos al Palacio  Nacional y , desde ahí, defender la institucionalidad. Asimismo, en comunicarse con el resto de agrupaciones políticas, con las que a pesar de ser opositoras, manejábamos una buena relación. A partir de ese primer momento se manifestaron en contra del Golpe. La comunidad internacional, incluida la regional, también rechazó la acción de inmediato.

¿Habían anticipado este escenario al asumir el gobierno?  
– Sí. De hecho, se tomaron una serie de medidas sin decir absolutamente nada. Una fue aumentar la guardia presidencial a mil hombres con armas pesadas.

¿Cuál era el contexto político de entonces?
– Aquel 9 de mayo intentó derrocarse a un gobierno que quería transformar al Estado e intentaba implementar un sistema democrático que por muchos años había dejado de funcionar. Hablo de más de tres décadas bajo un régimen militar, lo cual se reflejaba en quiénes eran los funcionarios y cómo se tomaban las decisiones, siempre de forma vertical. Las organizaciones sociales y políticas estaban acostumbradas a negociar en secreto para obtener concesiones. Pero estos acuerdos podían perfectamente no atenderse. Nosotros llegamos con la idea de que la transparencia tenía que ser absoluta, y esto sorprendió a muchos, pues no estaban acostumbrados a escuchar “sí” o “no” en público. Así manejé las relaciones con todos los sectores. Al principio eran buenas con casi todos, pero después ya no fueron tan amigables.

¿Cómo explica hoy este deterioro?
– Se pretendía establecer límites en el marco de un Estado de Derecho, para determinar qué podía hacerse y qué no. Esto afectó posturas, generó recriminaciones internas y contribuyó con que el ambiente fuese tenso. Por otra parte, la gente de extrema derecha y más conservadora siempre apostó a que el Ejército, o no me entregaba el poder o me lo condicionaba,  como había ocurrido con Julio César Méndez Montenegro. El aplastante triunfo electoral de la Democracia Cristiana impidió que se presentara ese escenario. Aunque también tengo que reconocer el papel crucial que en ello jugó el general Oscar Humberto Mejía Víctores.

¿Por qué?
– No intentó en primera instancia formar un partido político militar y lanzar una candidatura presidencial. Siendo yo mandatario electo me invitó a su despacho para consultarme las decisiones antes de instaurarse el gobierno. Una anécdota que nunca he hecho pública: el día en que me reuní con todos los comandantes para anunciar quienes iban a ser el Ministro de la Defensa y los Jefes de Estado Mayor de la Defensa y de la Presidencia, le pregunté si tenía alguna sugerencia. Me contestó que la decisión era mía, como Comandante General del Ejército. También me comentó que algunos oficiales se habían acercado a él para plantearle su interés en ocupar esos puestos. En días previos había recibido otras recomendaciones. Algunos militares eran cercanos a mí, como el General Héctor Alejandro Gramajo, quien no era del partido, pero esperaba ser nombrado titular de la cartera. Sin embargo, no quise demostrar ningún favoritismo.

¿Qué hizo entonces?

– Había un oficial que se situaba por encima de todos por tiempo, grado y puesto: el General Jaime Hernández, quien estaba a un año del retiro y con quien nunca había conversado. Durante esa reunión, él tomaba  nota en un bloc, quizá hacía dibujitos, y, cuando hice el anuncio, tiró el lápiz. No esperaba ser nombrado Ministro de la Defensa. El general Gramajo pasó a ser Jefe del Estado Mayor de la Defensa y el coronel Roberto Mata Gálvez, Jefe del Estado Mayor de la Presidencia. Esto significó un primer problema. El segundo fue comunicarles un acuerdo: las decisiones políticas las tomaría yo, y las relacionadas con seguridad nacional y respaldo a las instituciones, ellos.

¿Por qué generó problemas ese acuerdo?
– Eran cambios muy rápidos. A eso se suma que en el discurso inaugural informé que se buscaría firmar la paz. Eso no estaba en el esquema del ala más conservadora del Ejército, que ansiaba un triunfo militar sobre la guerrilla. Tal cosa obligó a cambiar la estrategia y a suspender los planes de enfrentamiento generalizado. Después me reuní con la unidad de inteligencia, la G-2, en la finca Santo Tomás. Dos oficiales me preguntaron si yo era una sandía, verde por fuera y roja por dentro, como se decía, y si el triunfo en las urnas significaba un paso hacia la rendición incondicional. Despejé sus dudas y les aseguré que unas de las tácticas para la consolidación democrática era buscar la paz. El país estaba en bancarrota: el crecimiento era de menos 2 por ciento y la recesión iba “in crescendo”. No podíamos costear la guerra, y en un país en conflicto es difícil aspirar al crecimiento económico. Uno de los oficiales pidió la palabra y afirmó que mi discurso podía considerarse como alta traición a la patria. Dos más lo secundaron. Por ello se les impusieron sanciones disciplinarias. Se les relevó de su mando y se les envió a estudiar fuera. Ellos estuvieron involucrados en la primera intentona golpista, el 11 de mayo de 1988.

¿Cuál fue el detonante principal de esa intentona golpista?
– Establecer el primer contacto con la guerrilla en España para buscar un acuerdo de paz. Los oficiales radicales trataron muy mal a los generales que nos acompañaron en ese viaje. Esto, a pesar de que se había iniciado una campaña para explicar la política de gobierno a todos los sectores del Ejército, para así evitar que se tomaran como verdades lo que eran rumores. Por eso, los intentos de Golpe encontraron resistencia entre oficiales que estaban complacidos con que el Ejército volviese a adoptar su papel.

Pero ambos intentos representaron un despliegue importante de oficiales...
– Sí. El de 1989 fue más fuerte, porque se centró en la capital. Algunos de ellos estaban descontentos con ascensos promovidos por el general Gramajo, que escogía a los oficiales insignia de las promociones, como fue el caso del hoy presidente Otto Pérez Molina.

¿Cuántos intentos de Golpe hubo, en realidad?
– Dos en la calle. Y rumores que surgían cada vez que había un problema social o económico, que se contuvieron rápidamente porque ya funcionaba la inteligencia interna. Nuestro gobierno pudo resistir dos momentos muy duros. En 1988, Mario David García empleó un espacio noticioso para promover la acción y salió en un video declarándola exitosa antes de que se iniciara. El intento de Golpe de 1989 recibió apoyo del sector privado.

¿Cómo percibía este respaldo empresarial?
– Por medio de publicaciones de prensa y constantes ataques al gobierno. Asimismo, por un tranquilo silencio cuando se produjo el intento: no decir nada implicaba respaldarlo. Lo que queda claro es que el telón de fondo de lo que ocurrió en 1989 fue la reforma tributaria. Poco antes hubo un paro de ocho días. Personas del sector privado, inconformes con el gobierno, entusiasmaron a los oficiales y les prometieron movilizar gente, pero yo conservaba un índice de aprobación de entre el 30 y el 40 por ciento, y los movimientos populares preferían que el régimen se mantuviera antes de dar un salto al vacío. Algunos de estos empresarios me confiesan hoy que hubiesen preferido no haber tenido una posición tan radical y de tanta desconfianza. De haber alcanzado acuerdos en aquel momento, el país sería distinto.

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1990
Mientras en enero, Bagdad es bombardeada con nuevas tecnologías militares, la URNG en Guatemala celebra su 8º aniversario con espectaculares acciones de terrorismo.

El gobierno accede al diálogo sin que la URNG deponga las armas pero con la mediación de la Comisión Nacional de Reconciliación. Se reúnen en Oslo, Noruega, donde se firma un acuerdo básico para la búsqueda de la paz. También se acuerda un proceso de diálogo con todos los sectores sociales representativos antes de dialogar directamente con el gobierno. La URNG patenta la expresión: “El diálogo es lucha no rendición”.

Mayo, reunión en el Escorial, España entre la URNG y partidos políticos.

Septiembre, en Canadá, entre la URNG y el sector económico organizado.

Septiembre, en Ecuador, reunión con el sector religioso.

Octubre, en México, reunión con los sectores sindicales y populares.

Octubre, en México, reunión con pequeños y medianos empresarios, cooperativistas, académicos e intelectuales.

Durante todas estas reuniones la URNG continúo sus acciones terroristas y de sabotaje a la infraestructura del país.

1991
Asume la presidencia de la República el Ing. Jorge Serrano Elías. Lo primero que hace es elevar de categoría a la URNG a su igual y manifiesta que no busca simplemente un alto al fuego sino atacar las causas del enfrentamiento.

En abril se reúne una delegación gubernamental con la URNG, mediando la Comisión Nacional de Reconciliación. Se suscribe el acuerdo: Procedimiento para la búsqueda de la paz.

En el resto del año se realizan cinco reuniones más sobre el tema: democratización y derechos humanos. No se llega a ningún acuerdo.

1992
Se firma la paz en El Salvador. En Guatemala las acciones subversivas de sabotaje y terrorismo continúan. Se dan enfrentamientos en alrededores de Palín, y la Antigua Guatemala. El Ejército realiza exitosas e importantes operaciones en estos lugares y en alrededores del Volcán de Agua.

La comisión de Derechos Humanos de la ONU acuerda nombrar uno de sus miembros para prestar asesoría al Gobierno de Guatemala.

En agosto se reúne la delegación del gobierno y la URNG ante un observador nombrado por la ONU. El gobierno accede no alentar la organización de Comités Voluntarios de Defensa Civil (antes llamados Patrullas de Autodefensa Civil PAC) siempre y cuando no existan hechos que lo motiven.

1993
El presidente Serrano Elías propone públicamente firmar la paz en un plazo de 90 días. Pero el 25 de mayo anuncia la disolución del Congreso Nacional y anula 46 artículos de la Constitución. La Corte de constitucionalidad declara nulos los actos del presidente y este parte al exilio el 1 de julio de 1993.

El 6 de junio, luego de seis días sin gobernante, el congreso elige como presidente de la República para terminar el período al Lic. Ramiro de León Carpio, quien nombra una nueva comisión para la paz y propone el documento: Plan Nacional de Paz. URNG lo rechaza.

1994
Se firma en México el acuerdo marco que redefine el proceso negociador. Se designa un moderador de la ONU y sale de la escena el moderador de la Iglesia Católica y sus acompañantes. Simultáneo a esta negociación en México surge el Movimiento Zapatista.

En marzo se firma el Acuerdo Global de Derechos Humanos.

En septiembre se instala con amplio mandato la Misión de Naciones Unidas para Guatemala (MINUGUA). Supervisa al Estado mas no a la URNG.

1995
En septiembre se desmoviliza a los comisionados militares, figura creada en 1938.

El Presidente da la orden al ejército de emplear sus armas sólo en defensa propia, pero no en áreas pobladas donde se ponga en peligro la vida de civiles. En Xamán Alta Verapaz, una patrulla militar es invitada por una comunidad de retornados (personas que habían estado exiliadas por el enfrentamiento y que recién habían retornado) pero ya en el interior de la población son agredidos. Mueren varios pobladores y se acusa al ejército de incumplimiento de acuerdos.

En noviembre se convoca a elecciones generales a la presidencia. Gana en primera vuelta el empresario Alvaro Arzú Irigoyen.

Antes de la segunda vuelta, Arzú se reúne con la URNG en México e Italia.

1996
Asume la Presidencia de la República Alvaro Arzú Irigoyen. Las negociaciones de paz toman un fuerte impulso. A partir de mayo se firma el resto de los acuerdos pactados en el acuerdo marco y en agosto se desmovilizan los Comités Voluntarios de Defensa Civil (antes llamados Patrullas de autodefensa civil PAC). El tratado de Paz finalmente es firmado el 29 de diciembre.

Al 19 de septiembre de 2007, casi once años de la firma del acuerdo de Paz firme y duradera, el Ejército de Guatemala ha cumplido con todo lo que le compete y que está establecido en los Acuerdos de Paz. Lo que hace falta es porque depende de la aprobación del Congreso de la República.

En 1998 fue reducido en un 33% en efectivo por medio de un retiro voluntario. Obviamente se dio la reducción presupuestaria respectiva. de 50,000 efectivos quedó en 20,000.

En 2003, se dio una nueva reducción “a priori” del 10%, impulsada por el entonces presidente Alfonso Portillo.

En 2004, el Presidente Oscar Berger efectuó una nueva reducción dejando al Ejército de Guatemala en 15,500 efectivos.

La sociedad guatemalteca tiene la palabra a través de las autoridades que elige para el empleo de su ejército. Sin importar tal decisión, los soldados mantienen su disciplina, base para la jerarquía y subordinación hacia sus mandos, y estos al poder civil legítimamente electo. El Ejército de Guatemala es hoy, profesional, apolítico, obediente y no deliberante. Está basado en los principios de disciplina y obediencia. Su organización es Jerárquica. Está al servicio del pueblo guatemalteco.

...Aquí la más principal hazaña es: obedecer.
El modo como ha de ser es: ni pedir ni rehusar.
Aquí en fin: cortesía, el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia,
la humildad, la obediencia, la fama y vida...
son caudal de soldados, que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una religión de hombres
honrados.

Pedro Calderón de la Barca